Este verano leíamos en la prensa la petición de una institución británica de lucha contra el racismo, en torno a la retirada de un cómic clásico de Tintín (Véase noticia en El Mundo). Es un caso notorio: se trata de una obra absolutamente impresentable para la formación de los niños de hoy, su racismo y visión colonialista son palpables. Para muestra esta imagen:
Fragmento de la viñeta final de Tintín en el Congo donde el personaje permanece adorado como un pequeño dios por los ingenuos indígenas.
¿Qué consecuencia tiene este tipo de problemas para una biblioteca? Este cómic debería salir de la sala infantil y pasar a la sala de investigadores. Es un documento muy ilustrativo para la Historia de las mentalidades y en cambio muy poco recomendable para los supuestos lectores de menos edad.
Un caso similar podría producirse con otro mito infantil: Lucky Luke. Este personaje es un paradigma del cambio de imagen para adaptarse a los nuevos tiempos, hasta el punto de sustituir el eterno cigarrillo por una pajita bucosanitaria. Quizás poca gente conoce que el dibujante Morris realizó un cómic en el que el personaje se enfrentaba y mataba a los Hermanos Dalton, un grupo de bandidos reales. Se trataba de un western con final radical, el héroe procede sin piedad como cualquier pistolero. Al asociarse Morris con el genial guionista Goscinny, surgió un nuevo cómic Los primos Dalton, que supone un cambio total al género del humor. El éxito de los primos, cuatro entrañables inútiles, hizo olvidar a los primeros Dalton y todas las secuelas posteriores no volverían a recordar su origen.
Fragmento de Los primos Dalton, que muestra a los personajes creados por Goscinny frente a los primeros bandidos utilizados por Morris en un cómic anterior que finaliza con su muerte.
La evolución e historia de este personaje puede seguirse a través de múltiples sitios web. Joan G.M. mantiene un blog especializado en Lucky Luke, en donde incluye el texto de una entrevista con Goscinny que hace mención a este cambio fundamental en el enfoque de este cómic:
Los imbéciles abundan en mi obra. Hay que decir que quiero mucho a los imbéciles; los quiero cuando los invento, y por consecuente, puedo controlarlos. Me gustan los imbéciles porque tienen una fuerza cómica extraordinaria. Me gusta su candor, su tenacidad, su infalibilidad en el error, el lustro de falsa inteligencia en sus ojos, y su sonrisa satisfecha mientras que todo se estropea por culpa suya alrededor y sobre ellos. Cuando Morris, habiendo matado los primeros Dalton que había creado, me pidió que los resucitara de cualquier forma, es con entusiasmo que inventé los primos Dalton, los 4 jinetes de la estupidez: Joe, William, Jack y Averell.
¿Qué debe hacer una biblioteca que conservara el cómic original editado en España en los sesenta en el que los Dalton caen bajo la justicia de Lucky Luke? El sentido de colección queda entrecortado por un cambio de enfoque. Otro material para la sala de investigadores, sólo útil para los historiadores del cómic, y que además precisa de una política de preservación, pues la obra no volvió a editarse en español.
Tienes razón, aúnque en el primer instante me parecía una idea rara.
Saludos
PD: He hecho una referencia a esta entrada ennuestro blog:
http://log.netbib.de/archives/2007/09/21/comics-in-der-wissenschaftlichen-abteilung-einer-bibliothek/
Gracias por hacerte eco de esta idea en vuestro blog, Esteban. Por cierto me cambiaste el nombre a Miguel.
La propuesta por supuesto puede ampliarse. La verdad es que en las salas destinadas al público infantil en las bibliotecas o en centros de enseñanza, se encuentran en ocasiones materiales claramente inadecuados. Y otros obsoletos de diverso rango, como manuales de informática para niños basados en programas que ya no circulan.
También pretendía llamar la atención sobre la necesidad de cuidar el cómic como un tipo de material que puede ser objeto de investigación. Un ejemplo similar de cambio de uso serían los libros de texto que se usaron en España en los años cuarenta, cincuenta y sesenta. Ahora son materiales para la investigación sobre la Historia de la educación o las mentalidades en el Franquismo.
En mi opinión, retirar el mencionado álbum de Hergé a la sala de investigadores es una medida excesiva. Tal vez podría recibir el tratamiento que se dispensa a los cómics para adultos, pero su inclusión en un moderno «Indice» de libros prohibidos y su reclusión en salas reservadas me parece inapropiada e injusta. Yo he sido un niño lector entusiasta de las historietas de Tintín, al parecer ignorante de que me estaba nutriendo de auténtica ponzoña ideológica, porque no otra cosa es lo que considera la CRE que constituye este cómic para las impresionables mentes infantiles, y la razón por la que solicita nada menos que su retirada de circulación. Aún admitiendo que el contenido de este cómic sea racista, creo que iniciativas tan drásticas son desproporcionadas, y una claudicación ante la emergente tiranía de lo políticamente correcto, que a veces puede llegar a extremos asfixiantes y ridículos. La historia del arte y la literatura están llenos de obras maestras en las que emergen prejuicios de todo orden y condición, fruto de la visión subjetiva de su autor y del clima moral de la época que le tocó vivir. ¿Habría que censurarlas o prohibirlas? ¿»Etiquetarlas» como el tabaco?. Nuestra época tiene sus propios tabúes; y una legión de grupos y minorías obcecados en sentirse ofendidos por casi todo. Por cierto, otro tanto habría que hacer con otros álbumes de Hergé, como «Tintín en el pais del oro negro» o «Stock de coque» donde se transmite una visión negativa de los árabes, a los que se presenta como un pueblo cruel e incivilizado.
Bien, yo también soy de la generación Tintín, pero considero que el álbum del Congo ha quedado mucho más desfasado que otras aventuras del mismo personaje y que traduce valores del eurocentrismo colonialista de los años veinte, que justifican el debate.
Hay otros volúmenes de Tintín, como Las joyas de la Castafiore que se ponen como modelo de cómic que puede utilizarse para el debate escolar sobre los problemas al racismo y sus soluciones. Es decir, que se considera antiracista.
No se trata de un índice de libros prohibidos, pero es evidente que sí se puede discutir sobre la presencia o no de determinadas obras en la sala infantil o sobre tal o cuál lectura debe incluirse en listas de recomendaciones para determinadas edades. En esto sí interpreto que las bibliotecas deben estar sujetas a los cambios en la sensibilidad social. O que determinadas obras necesitan de una lectura crítica de carácter histórico, no pueden dejarse alegremente en las estanterías. Quizás exagero y los niños de hoy lo captan a la primera, pero quizas nuevos lectores también pueden sentirse ofendidos por el tratamiento que da Hergé a los pueblos africanos.