España siempre ha obtenido unos índices bajos de lectura. Pero durante décadas podía hablarse de progreso en este sentido, ya que el salto dado en el nivel educativo y la generalización de estudios universitarios han multiplicado en gran medida la llegada de nuevos lectores. ¿Leemos ahora menos que en la generación de nuestros padres? Probablemente no, si hablamos sobre el conjunto de la sociedad. Pero, ¿leemos mucho más que nuestros hijos? La alarma está justificada: las nuevas generaciones están formándose en hogares con múltiples atractivos audiovisuales, con medios de transmisión escrita tan rápidos como informales. ¿Qué lugar queda para la lectura entre sus actividades de ocio?; ¿o en sus estudios ante las facilidades tecnológicas para cortar y pegar información sin necesidad de leerla?

El Informe PISA de la OCDE ha mostrado un claro síntoma de retroceso en el grado de comprensión lectora de los alumnos de 15 años. En este aspecto, España, con 461 puntos, ocupa en 2006 el puesto 35 entre los 57 países analizados, mientras que en 2003, con 481, se situaba en el 23. Un descenso muy notable, un suspenso en toda regla.

El nivel de lectura se ha interpretado tradicionalmente como un indicador de desarrollo humano ¿Sigue siendo así o deben aplicarse nuevos indicadores? ¿Qué puede aportar en este sentido la llegada de nuevos soportes para libros electrónicos?

Desde la administración pública y los gremios de editores se vienen realizando desde hace tiempo informes y planes diversos. ¿Hay una preocupación real por el fomento de la lectura, o sólo se intenta promover la venta de libros?

Os proponemos este debate para el mes de enero. El blog está abierto para cualquier contribución, noticias u opiniones, sobre la situación de la lectura en España y en el mundo, o el futuro del hábito de la lectura ante las nuevas tecnologías.