En el suplemento «Futuro» de El País de hoy, Juan Aréchaga* hace una reflexión sobre la situación de las revistas científicas españolas y hacia dónde se tienen que encaminar para llegar a ser herramientas relevantes en la difusión del conocimiento.
«Una nación del prestigio académico y científico del Reino Unido tiene 6.565 revistas, mientras que España posee 739 y, de ellas, sólo 66 con algún tipo de edición electrónica asociada (desconocemos su calidad pero probablemente sean, en su inmensa mayoría, webs de tipo estático) según la base de datos Ulrichs.»
Os recomiendo la lectura de este artículo sobre las nuevas tecnologías, el conocimiento científico y la grandes editoriales y el Open Access en España.
Leer más en El País, 13/09/2006
* Juan Aréchaga (juan.arechaga@ehu.es) es vicepresidente de la Asociación de Revistas Científicas Españolas (www.revicien.es) y director de la revista española The International Journal of Developmental Biology (www.intjdevbiol.com).
ACTUALIZACIÓN (03/10/2006): los interesados no dejéis de consultar los comentarios a este post, pues se ha generado un fructífero debate, que continúa a fecha de hoy, con contribuciones del propio Juan Aréchaga. Podéis encontrar otra interesante aportación sobre el tema en el blog de Álvaro Cabezas.
El artículo de Juan Aréchaga me llena de confusión, por que aparentemente rechaza el acceso abierto y reclama que las bibliotecas financien con sus suscripciones al producto nacional, para que puedan competir con los grandes grupos editoriales internacionales.
Los datos que ofrece en el recorte que has hecho no son nada adecuados. La fuente más precisa para conocer el número de publicaciones científicas españolas no es el Ulrich’s (por cierto con apostrofo), sino el directorio Latindex, en el cuál figuran 2454 revistas vivas editadas en España, y donde también se pueden localizar a las más de quinientas publicaciones electrónicas académicas españolas a texto completo, no con «webs de tipo estático».
Desde mi punto de vista, el exceso de publicaciones españolas, al menos en Ciencias Sociales y Humanas, es precisamente uno de los principales escollos para mejorar su calidad. La ingente cantidad de publicaciones hace que sea demasiado fácil publicar y que los comités de redacción sean a menudo demasiado permisivos.
Mi experiencia se limita principalmente al ámbito de la salud. En este sector, los datos que presenta Juan Aréchaga sospecho que son bastante aproximados a la realidad.
Cuando tengo que hacer una búsqueda en fuentes españolas o tengo que recuperar algún artículo (que no sea de las dos o tres revistas más importantes) me puedo echar a temblar: fuentes electrónicas que no se actuliazan, páginas que no cargan, sistemas engorrosos de búsqueda y de recuperación…
A simple vista, las revistas científicas españolas están «verdes», al menos en cuanto a nuevas tecnologías se refiere, que no dudo de su calidad científica.
Estamos de acuerdo con que la situación nacional está más bien verde y que muchas revistas españolas tienen aún pendiente la migración al formato digital, y la consecuente transformación de su modus operandi.
Lo que disiento con el autor es en que el acceso abierto sea un peligro o un freno para esta modernización, como parece decir, y en que el prestigio científico de un país haya que medirlo por el número de publicaciones nacionales, afirmación que como mínimo debe matizarse.
¿Y eso de que los bibliotecarios son unos inmorales por seleccionar las revistas de mayor calidad (que normalmente están escritas en inglés)?
¿Que los estados no deberían fomentar el open access?
Este autor está simplemente defendiendo un modelo de negocio caduco y que necesita renovarse a la fuerza.
Profundizo algo más en el tema en mi blog. Un saludo.
Yo no creo que hable de inmoralidad de los bibliotecarios.
Creo que es un hecho real el que los bibliotecarios compramos paquetes de suscripciones donde rara vez hay publicaciones españolas, si bien no creo que seamos culpables de la escasa competitividad de estas publicaciones.
Sencillamente es un circulo vicioso: no adquirimos estas revistas porque no tienen un factor de impacto importante y no tienen un factor de impacto importante, entre otras cosas por su escasa difusión.
Gracias a todos por sus comentarios a mi artículo en EL PAIS que no he podido contestar antes por encontrame de viaje. Este articulo es forzosamente reducido por limitaciones de espacio y, en consecuencia, su contenido puede resultar sesgado o confuso en algunos aspectos. Para matizar algunos conceptos recomiendo a los visitantes de este blog la lectura de un artículo más amplio: http://www.rsme.es/gacetadigital/abrir.php?id=465
Sin embargo, en respuesta a las críticas recibidas me gustaría puntualizar lo siguiente:
1.- En absoluto se rechaza el acceso abierto en sentido general. El problema es que las revistas que así lo hacen o se publican con base en subvenciones o los propios autores son los que tienen que pagar la edición electrónica. Las revistas científicas, como los periódicos de noticias, tienen más calidad si son los lectores (y, en consecuencia, sus bibliotecarios) los que las financian. Si no, estaríamos hablando de la versión científica del Gramma cubano o del antíguo Pravda soviético. Las revistas profesionales que se financian exclusivamente con subvenciones o cuotas de socios están ya muertas de entrada, no podrán ser nunca competitivas.
2.- Agradezco los datos de Latindex (2454 revistas españolas). En cualquier caso esto sólo abunda en mi juicio sobre las mismas. Llamo web estáticas a aquellas que carecen de sistemas de citación cruzada interactiva tipo CrossRef, PubMed/linkout, etc.
3.- Para evidenciar la vinculación entre prestigio científico y número de revistas de calidad (las incluídas en bases de datos selectivas como las del ISI de Filadelfia) sólo hay que hacer un listado de las mismas y de sus lugares de origen.
4.- Los bibliotecarios académicos españoles, evidentemente, no son unos «inmorales» por despreciar las revistas científicas españolas en su selección. Tan sólo son los responsables indirectos de su mala salud económica, ya que las suscripciones individuales se venden a precio de coste o inferior y tan sólo las suscripciones de bibliotecas inyectan dinero a las mismas. ¡Esto lo saben muy bien las multinacionales de la edición científica y, de ahí, su inmensa cuota de negocio!
Evidentemente las revistas científicas españolas tienen un importante reto. En un plazo breve sería deseable que todas las revistas de calidad tengan edición electrónica, con todas sus potencialidades (no meros escaneados del papel).
Los editores pueden adoptar diferentes estrategias. Pero el open access es una de ellas, que puede potenciar la visibilidad y en consecuencia el posible impacto de la revista. De ninguna manera puedo estar de acuerdo con que una revista subvencionada nazca muerta. Y lograr entrar en el ISI, en algunas disciplinas es prácticamente imposible.
Además considero que en España hay excesivos proyectos editoriales, algunos casi individuales. Esto es especialmente notable en Ciencias Sociales y Humanas, y la consecuencia es que baja la calidad por que es demasiado fácil publicar. Para poder competir en calidad, incluso a nivel nacional, hace falta un apoyo de la comunidad científica, lograr la implicación de las instituciones pero también crear redes de trabajo. Hay muchos más aspectos que la financiación para apuntalar el futuro de una publicación.
Gracias a Luis Rodríguez por sus últimos comentarios. Creo que los beneficios o maldades del «Open Access» y la financiaciación de las revistas científicas merecen un próximo artículo, al menos de mi parte. Espero poder hacerlo en un futuro no muy lejano y confío en que sea especialmente polémico, ya que es la única forma de sensibilizar a la opinión pública y académica (especialmente a los bibliotecarios, causantes últimos de nuestros éxitos y de nuestros males).
Por cierto, es más necesaria que nunca una reunión conjunta de directores de revistas científicas españolas y de bibliotecarios. Estoy seguro de que la FECYT estaría encantada de patrocinarla. ¡Ahí está lanzado el guante para quien quiera recogerlo!
Unas cuantas reflexiones tanto por el artciulo como por lo que se ha escrito en el blog con respecto al citado artículo de El Pais.
Muchos de vosotros me conocéis por mi vinculación al movimiento open access y por comulgar totalmente con el, para empezar habría saber cual es su significa y saber que no se basa solo en las revistas sino también en el autoarchivo o depósito de las publicaciones en repositorios temáticos o institucionales. Existen datos, que demuestran que ambas vías favorecen la difusión, acceso y el impacto de los trabajos que están disponibles en abierto a través de internet. Por lo tanto, “beneficios sí, maldades no” en referencia a las palabras de J. Areachaga sobre del open access. Esto también lo dice la UNESCO, la Unión Europea o la OCDE, por citar algunos ejemplos.
Voy a poner 4 casos de revistas estrechamente vinculadas a la publicación científica: Journal of Electronic Publishing, Ariadne, First Monday o Information Research todas ellas, gratuitas, accesibles a través de la red sin mas barreras que tener una conexión y un ordenador, todas ellas de una calidad excelente, en formato y contenidos, luego la calidad no esta directamente implicada con lo que el usuario paga por ello, obviamente el tópico de “alguien paga” es cierto, pero somos todos los que pagamos. Por lo tanto, creo que la calidad es relevante para que un producto sea aceptable, tanto si lo pagamos una como dos veces.
Reflexionemos sobe el siguiente proceso, los impuestos pagan la investigación de un país, sus investigadores producen, abastecen los archivos de las editoriales y luego sus propias instituciones tienen que pagar por recuperar lo que era suyo. Como mínimo cabria esperar que en algún momento esa información fuera de libre acceso para los ciudadanos que contribuimos a que esa producción científica ocurra.
Por otro lado creo que deberíamos descartar la clasificación de revistas nacionales e internacionales, para mi la distinción esta en la calidad y no la procedencia geográfica, que España tiene que mejorar su sistema editorial, es cierto, que los autores tienen que atreverse en publicar en medios menos cómodos, también, y que el idioma y el sesgo a la hora de publicar trabajos de autores de lengua no inglesa, es cierto, y no lo digo yo, he estado en numeroso encuentros con editores y es algo que no se dice explícitamente pero existe.
El famoso índice de impacto tiene su vida contada, cada vez más los que ponen en duda su validez, y más en el mundo electrónico, hasta el propio ISI considerara las citas en internet a recursos online más allá de las revistas de su “core”. El mundo electrónico es de objetos digitales y no títulos de publicaciones periódicas.
R. Melero
Sobre este debate hay una interesante aportación en el blog de Álvaro Cabezas.
Creo que las observaciones son muy válidas, en los paises del Caribe el problema es mucho más amplio, por suerte la mayoría de las ediciones se está llevando a un formato electrónico y esto facilita el acceso directo a la más reciente información, tenemos que señalar que hay muy poca iniciativa a incentivar la investigacion y mucho menos a publicar en las principales revistas científicas del área. El caso de República Dominicana es palpable, aunque se hacen esfuerzos para llevar al acorde de los nuevos tiempos la investigación y publicación pero como en muchos países de Latinoamérica, la falta de recursos y el subregistro son los que constituyen una traba al desarrollo de la investigación y el análisis de los problemas que atañen a las sociedades en donde vivimos.
Agradezco a Sedic que haya incluido este interesante tema de comentarios al artículo de Juan Aréchaga, y brevemente comento algunos puntos:
1) Las bibliotecas de España y América Latina deberían de potenciar las suscripciones a las revistas científicas españolas que tengan calidad y sean demandadas por los investigadores y otros lectores, como bien dice Juan Aréchaga. Hay varias revistas de calidad publicadas en España y reconocidas en prestigiosos índices internacionales que no reciben en España el aprecio que merecen, ya que son muy pocas las universidades que se suscriben.
2) Debe propiciarse por parte de los organismos públicos de España un acceso general lo más asequible posible, no sólo desde nuestro país sino también desde América Latina y otras áreas. Dicha suscripción general debería incluir el acceso a todas las revistas del Catálogo Seleccionado de Latindex que lo deseen. En dicho catálogo figuran aproximadamente el 10% de las revistas publicadas en español, inglés u otras lenguas en el ámbito de España, Portugal y América latina, seleccionadas a partir de numerosos indicadores de calidad. Muchas de estas revistas están también en otros catálogos internacionales de calidad. Me parece muy bien que Juan Aréchaga proponga un apoyo de la FECYT a este tema.
3) Respecto a la discusión entre Open access y subscripciones, creo que por el momento las soluciones más realistas deben tender a un acceso lo más general posible con una combinación de métodos de financiación, de forma que las revistas que tienen un precio asequible y razonable sean subvencionadas de forma conjunta por las instituciones suscriptores, ayudas de organismos nacionales o internacionales, y los propios autores (quienes a su vez deberían recibir algunas ayudas de sus instituciones con este fin), en proporciones diferentes según los criterios que establezca cada revista. Las bibliotecas en todo caso deberían apoyar a las revistas de calidad publicadas por asociaciones sin fines de lucro a un precio asequible, especialmente si se publican en España y en los países del ámbito de Latindex, más que a las de calidad similar publicadas a precios muy elevados por instituciones con fines de lucro.