El abuso del corta-y-pega en los trabajos de cursos universitarios está cada vez más extendido. Más que un aspecto de impresiones y soluciones personales, debería tratarse como un problema estructural en la formación, y más aún desde la filosofía del Plan Bolonia. Por ello, me ha parecido muy interesante la lectura de un artículo de Jaume Sureda, Rubén Comas y Mercè Morey (Universitat de Illes Balears) en la Revista Iberoamericana de Educación, 2009, nº 50, pp. 197-220.

Los autores analizan las causas del plagio de fuentes localizadas en la web por los alumnos universitarios, según la percepción del profesorado. La enumeración de factores externos e internos, ofrece una completa visión de la profundidad y complejidad del problema. Debe preocupar que uno de los factores señalados sea la incomprensión de «qué es el plagio académico» por parte de los alumnos e incluso del profesorado.

No creo que sea posible desterrar la costumbre del plagio, más aún cuando se pretende que los alumnos aumenten el número de los trabajos, mientras el profesorado no puede dedicar el tiempo necesario a orientar y corregir estas tareas. Pero al menos, si debería abordarse el objetivo de romper sus raíces, desacreditar la excusa fácil y difundir nuevos hábitos de citar y comentar fuentes de Internet. Y aquí entra la labor de las bibliotecas y sus programas de formación. Entre las causas del plagio, los autores incluyen una llamada a estas carencias formativas:

Las escasas habilidades documentales por parte del alumnado universitario, tanto de localización como de gestión y citación de recursos. En la mayoría de los campus la alfabetización informacional es todavía una especie de quimera.