Cuando Jimena Menéndez-Pidal, Carmen García del Diestro y Ángeles Gasset fundaron el Colegio Estudio en enero de 1940, habían incorporado los innovadores principios educativos teóricos y metodológicos de la Institución Libre de Enseñanza, y se habían formado como profesoras en el Instituto-Escuela. Su proyecto pedagógico, por tanto, renunciaba a la presencia del libro de texto en favor de un uso cotidiano y natural de toda clase de libros con el fin de que profesores y alumnos elaboraran un trabajo más personal y creativo. Junto al fomento del placer por la lectura como la forma más notable de experimentar la literatura, la importancia de los libros para la confección de personales cuadernos y ficheros en todas las materias, exigieron la presencia de la biblioteca escolar en las distintas etapas educativas.
Tras más de ochenta años, nuestra biblioteca da servicio a más de 1800 alumnos y casi 200 trabajadores (tanto docentes, como personal de administración y servicios). Está formada por seis bibliotecas centrales ─una por cada etapa educativa─, así como por bibliotecas de aula y departamentos. La colección supera los treinta mil volúmenes y cada biblioteca central es un espacio pedagógico esencial de la escuela donde profesoras bibliotecarias especializadas acompañan a los alumnos en su itinerario lector. Otra de sus tareas fundamentales es lo que en el ámbito de la Biblioteconomía se conoce como “formación de usuarios”, que en torno a 2010 se enriqueció con el concepto de Alfabetización en Información (ALFIN) y en este momento no puede prescindir tampoco del de Educación en Medios (o AMI, es decir, Alfabetización Mediática e Informacional).
En efecto, el mundo en 2022 es muy distinto al de aquellos comienzos, y las posibilidades que tienen nuestros alumnos del presente para acceder a la información y a todo tipo de artefactos textuales rebasa con creces los muros de nuestras bibliotecas. Precisamente por eso, consideramos nuestra la importante labor de dotarlos de las herramientas y habilidades necesarias para vivir en un mundo donde la constante desinformación exige un fuerte espíritu crítico, una decidida posición ética y una considerable capacidad para el aprendizaje autónomo. El programa de “formación de usuarios” de nuestros días es interdisciplinar y proporciona habilidades esenciales en el uso de la información y de los medios de comunicación, incluyendo estrategias para evaluar la calidad, fiabilidad y veracidad de las fuentes de información.
Queremos destacar, en este sentido, el Taller de Investigadores, una asignatura cuatrimestral de una hora a la semana, de carácter obligatorio para los alumnos de 3º y 4º de ESO (nuestras clases 15 y 16) e impartida en la biblioteca de la IV Sección del colegio. Este Taller pretende activar la sensibilidad necesaria para hacer frente a la realidad sobreinformada. De este modo, los alumnos empiezan a ser conscientes de dicho fenómeno, y a entender y experimentar la trascendencia de filtrar la información que recibimos, así como de elegir cuidadosamente las fuentes de información que consultamos. Además, cuando el alumnado va percibiendo la responsabilidad moral que conlleva la acción de educar el pensamiento crítico, se reconoce como parte de la sociedad e interioriza y fortalece el concepto de libertad responsable. En consecuencia, los adolescentes aplican conceptos como “desinformación” o “información errónea”, conocen cuantiosas herramientas para detectar fake news, bulos, imágenes manipuladas… y, en definitiva, conciben las fuentes de información de una manera más significativa e integral.
Durante el presente curso 2021/2022, los alumnos han participado además en una sesión extraordinaria a cargo de Nereida Carrillo, responsable del equipo “Learn to Check”, que ha incidido específicamente en las habilidades vinculadas a la educación mediática. Se trata de una actividad gamificada, en forma de escape room: para conseguir escapar de la biblioteca, nuestros investigadores han tenido que cazar varios bulos y noticias falsas, geolocalizar imágenes, distinguir fotografías manipuladas, así como evaluar la calidad y la fiabilidad de diversas fuentes de información. Finalmente, han logrado su PCR, una credencial de Pensamiento Crítico Reincidente que certifica que están preparados para hacer frente a las fake news y la desinformación.
Durante las demás sesiones del Taller de Investigadores, con el propósito de que los estudiantes se sientan protagonistas de su propio aprendizaje, inician un proyecto por equipos en el que personalizan todo lo aprendido. Dicha tarea consiste en un trabajo de investigación para el que pueden elegir el tema y la compañía, ya que, si ellos son los que seleccionan el contexto donde se van a poner en práctica las capacidades concernientes a la ALFIN/AMI, es más probable que estas acontezcan de una manera más determinante y reveladora. A los alumnos de “Estudio” les interesa la ecología, la moda y el baloncesto, pero también tratan de averiguar de qué forma se interpreta el arte actual o por qué la astronomía parece una ciencia inaccesible. En esta fase del Taller, nuestra labor consiste en mostrarles libros informativos y obras de referencia, en ofrecerles revistas especializadas como material experto y en enseñarles fuentes de información audiovisuales objetivas y competentes. Esta labor pedagógica cotidiana guía parte de nuestra selección de adquisiciones: la colección está al servicio de las necesidades reales de nuestros usuarios y mediada por los criterios rigurosos que como bibliotecarias aplicamos.
Paralelamente a este análisis de la documentación de la que disponen dentro y fuera del aula, nuestros lectores se familiarizan con otros procedimientos, tales como: la realización de fuentes documentales adaptadas y actualizadas (mediante la elaboración de encuestas y gráficos), o la valoración de fuentes expertas orales a través de la preparación de entrevistas a profesionales y expertos de las distintas ramas de conocimiento. De forma simultánea, y en función de las cuestiones informativas que han de resolverse y de los recursos logísticos y metodológicos que para ello se requieren, empiezan a manejar soportes impresos y digitales; la tecnología se acomoda a la necesidad de cada proyecto de investigación, y los alumnos aprenden a leer diferentes tipos de fuentes de información y a comprender los distintos canales desde las que se suministran.
Durante todo este proceso, los estudiantes cuentan con otro recurso pedagógico creado por ellos mismos: su Diario de Investigación. En cada sesión de clase, han de registrar en un cuaderno los aspectos que se han trabajado y la manera en la que estos fueron abordados en el Taller. En esta materia hay lugar para el diálogo y la reflexión como parte de la estrategia pedagógica ya que, con el objetivo de vincular las nociones curriculares de la asignatura con la trascendencia que presentan, los investigadores toman nota desde una perspectiva crítica y personal. Como consecuencia, el diario se convierte en una brújula que les indica qué hemos descubierto, de qué forma lo aplicamos y cómo influirá en nuestras acciones individuales y colectivas. Los alumnos conciben una investigación objetiva y actualizada en la que, con cautela, se han incluido ideas y teorías que, a su vez, sostienen conclusiones propias y responsables, acordes a sus etapas madurativas.
Por último, los equipos de trabajo realizan una exposición oral con la que culminan el aprendizaje cooperativo, organizando la transmisión de los contenidos principales y de las diversas fases de la metodología utilizada, para compartirla con el resto de compañeros. De esta manera, algunos estudiantes practican la transmisión de ideas en función del registro en el que se encuentran, mientras que el resto del alumnado cultiva su escucha. La intervención finaliza con un coloquio en el que los alumnos participan activamente del nacimiento de un nuevo conocimiento, y proclaman el dominio de las destrezas informacionales y mediáticas como la única senda que contemplar en sus próximas etapas académicas y personales.
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BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
ALFIN/AMI y bibliotecas escolares
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Campal García, María Felicidad; Ordás García, Ana (2021). Competencias mediáticas e informacionales: juego y aprendo. Barcelona: UOC.
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Masip, Pere; Ferrer Sapena, Antonia (2021). Más allá de las fake news. Anatomía de la desinformación. BiD: textos universitaris de biblioteconomia i documentació, 46 (junio). <https://bid.ub.edu/46/masip.htm>. DOI: https://dx.doi.org/10.1344/BiD2020.46.07> [Consulta: 21-03-2022].
Miret, Inés; Baró, Mónica; Mañà, Teresa; Vellosillo, Inma; Martín, Elena (2011). Bibliotecas escolares ¿entre interrogantes? Herramienta de autoevaluación. Preguntas e indicadores para mejorar la biblioteca. Madrid: Ministerio de Educación y Fundación Germán Sánchez Ruipérez. <http://www.lecturalab.org/uploads/website/docs/2684-2-Bibliotecas_escolares_entre_interrogantes.pdf> [Consulta: 21-03-2022].
Miret, Inés; Baró, Mónica (2017). Bibliotecas escolares a pie de página. En Millán, José Antonio (coord.). La lectura en España: informe 2017. Madrid: Federación de Gremios de Editores de España, pp. 127-138. <http://www.fge.es/lalectura/docs/Miret_y_Baro_127-138.pdf>[Consulta: 21-03-2022].
Sobre las bibliotecas escolares del Colegio Estudio:
Ariza Garrido, Irene (2021). Las bibliotecas escolares del Colegio Estudio. Mi biblioteca: la revista del mundo bibliotecario, 64 (invierno), pp. 38-45.
El colegio “Estudio”: una aventura pedagógica en la España de la posguerra (2009). Madrid: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y Fundación Estudio.
Fernández del Amo, Ana; Gurruchaga, Ana (2012). La labor educativa del colegio “Estudio”. Madrid: Fundación Estudio.
Alba María Millán Gómez
Bibliotecaria y docente de la IV Sección