Este año se cumplen 550 años de la llegada de la imprenta a España y la Biblioteca Nacional lo conmemora con la exposición “Incunabula, 550 años de imprenta en España”, que se inauguró el 20 de abril y que culminará el 23 de julio. Son tres meses en que se muestra cómo era ese invento que Gutenberg introdujo a mediados del siglo XV, ese “nuevo arte maravilloso de escribir” que cambió la historia, y sus productos, los incunables.
Foto 1. Comienzo de la exposición
Comisariada por María José Rucio, Jefe de la Sección de Manuscritos e Incunables de la Biblioteca Nacional y por mí, Incunabula pretende acercar la imprenta manual y los incunables a los ciudadanos, algo necesario puesto que el patrimonio bibliográfico se realizó para otros fines, no para ser expuesto. Esta exposición ha sido posible gracias a diversos profesionales, entre ellos el personal de la Biblioteca Nacional y Francisco Bocanegra, autor del diseño. También quiero expresar el reconocimiento a todas las personas (editores, impresores, bibliófilos, bibliotecarios y archiveros) que a lo largo de la historia se han ocupado de producir y mantener en las debidas condiciones todas estas piezas que se exponen.
Foto 2. Réplica de prensa del siglo XVII y cartel
La exposición está compuesta por un manuscrito, un libro xilográfico y 22 incunables de 13 localidades y 18 talleres. Todos, a excepción de uno, forman parte de la gran colección de incunables de la Biblioteca Nacional, que supera los 3000 ejemplares, 350 de ellos españoles.
La imprenta llegó a España en 1472, más en concreto a Segovia, si bien en unos meses pasó a Barcelona y Valencia, tal vez también a Sevilla, llegando a estar en más de 30 localidades. En Incunabula, además del primer libro, el Sinodal de Aguilafuente, se muestran los primeros impresos, como la Ethica ad Nicomacum, Política, Oeconomica, de Barcelona (1473), las Fabulas de Esopo, de Valencia (c. 1473-1474), el Manipulus curatorum, de Zaragoza (1475), la Bula para la cristianización de Guinea y las Islas Canarias, de Sevilla (c. 1477); o la Grammatica latina, de Andrés Gutiérrez de Cerezo, de Burgos (1485).
En Segovia fue su obispo, Juan Arias Dávila, quien propició la llegada del impresor Juan Párix de Heidelberg, llegado de Roma, que en 1472 instaló su taller en una casa cercana a la antigua catedral. La fecha se debe a la publicación del primer libro impreso en España, el Sinodal de Aguilafuente, que contiene las actas del sínodo celebrado en esa villa segoviana los diez primeros días de junio de 1472. También se convirtió en el primer impreso en español. De ahí que su presencia en Incunabula fuera imprescindible, lo que se ha hecho realidad gracias a la colaboración del Cabildo de Segovia, pues es allí donde se custodia este ejemplar único en el mundo.
Foto 3. El Sinodal de Aguilafuente
El discurso expositivo comienza con la explicación del funcionamiento de una imprenta primitiva y continúa con la muestra de la réplica de una imprenta del siglo XVII, con la que se puede mostrar cómo era una prensa en el periodo de la imprenta manual o artesanal, o un chibalete con una caja expuesta, piezas de la Imprenta Municipal-Artes del Libro de Madrid.
La antesala del Salón General muestra los incunables, que, en sus inicios, emulaban a los códices contemporáneos, por lo que los impresos tendrán unas características formales bastante similares. De ahí la inclusión de un códice del siglo XV junto con el incunable más antiguo conservado en la Biblioteca Nacional, el Catholicon, de Johannes Balbus, impreso en 1460 en Maguncia, atribuido a Gutenberg. Previo a la imprenta, hubo un intento de reproducir un mensaje en múltiples ejemplares: el libro xilográfico, elaborado con planchas de madera en relieve, donde predomina la imagen sobre el texto. Tenían hasta 100 hojas elaboradas mediante presión o frotamiento. Una de las ediciones más destacadas es la de la Biblia pauperum (c. 1440-1450), uno de cuyos ejemplares se muestra en la exposición.
Foto 4. Vista general de la exposición
En el siguiente apartado se exponen muestras de las tipografías utilizadas: redonda o romana, con un libro de Juan Párix; gótica, con el Viaje de la Tierra Santa (Zaragoza, Pablo Hurus, 1498); con caracteres musicales, Lux bella seu Artis cantus (Sevilla, 1492), primer libro hispano con música; y un impreso hebreo, Arbā a tūrim, impreso en Híjar, hacia 1485-1487.
Foto 5. Detalle del interior
En la parte central, el ya citado Sinodal de Aguilafuente, mientras que otra vitrina muestra las antes citadas primeras ediciones hispanas.
Otro apartado se destina a la ilustración, para la que se utiliza la técnica xilográfica. En unas décadas se irán incorporando a los incunables grabados y otros adornos, de los que hay una buena selección en Incunabula, como el Fasciculum temporum (Sevilla, 1480), primer libro español conservado con grabados; el mapamundi de la Cosmographia de Pomponio Mela (Salamanca, 1498); la Repetición de amores y arte de ajedrez, de Lucena (Salamanca, 1497), primer tratado de ajedrez moderno conservado, con numerosos tableros que explican las 150 jugadas; y los Doce trabajos de Hércules, de Enrique de Villena (Zamora, 1483), cuyos grabados parecen estar realizados en metal (técnica criblé, en relieve).
Foto 6. Libros con grabados
Por último, se exponen obras que representan los saberes y las necesidades que cubren los incunables. Hay una muestra de texto jurídico, las Ordenanzas reales de Castilla, de Alfonso Díaz de Montalbo (Huete, 1485). Esta edición tiene una capitular con la efigie de los Reyes Católicos, que impulsaron la llegada de la imprenta y la edición de libros legislativos. Fueron importantes los libros litúrgicos, siendo una muestra el Missale Toletanum (Toledo, 1498). Promovido por el cardenal Cisneros, fue uno de tantos incunables editados por la Iglesia. No podía faltar la Gramática castellana (Salamanca, 1492) de Antonio de Nebrija, primera gramática del español y de una lengua romance. Tampoco un libro de medicina, el Epílogo en medicina y en cirugía, texto universitario de Johannes de Ketham, impreso en Pamplona por Arnao Guillén de Brocar (1498). Por último, textos como De las mujeres ilustres, de Boccaccio (Zaragoza, 1494), primera biografía de mujeres, o el Exemplario contra los engaños y peligros del mundo (Zaragoza, 1493), versión castellana del libro de Calila e Dimna.
Un vídeo sobre el proceso de restauración de los incunables muestra el trabajo que los profesionales realizan para la preservación del patrimonio bibliográfico.
Para el visitante hay un folleto, que se ha diseñado en formato pliego con el fin de que se pueda doblar y formar un cuadernillo en 4º, de manera que se aprecie mejor la técnica empleada en elaborar los libros. Se ha publicado un pequeño libro, Incunable. La imprenta llega a España, que muestra las características de los incunables y una breve historia de la imprenta española.
Esta pequeña pero selecta exposición acerca los incunables a los ciudadanos y también pretende poner en valor el patrimonio bibliográfico, conservado gracias al celo y al trabajo de tantas personas, muchas de ellas profesionales, a lo largo de la Historia moderna y contemporánea.

Fermín de los Reyes Gómez
Facultad de Documentación (UCM)
Un magnífico reportaje para los que no hemos podido visitar esta exposición. Mil gracias por compartir.