Resumen:

La conservación de todo tipo de colecciones, para que superen el paso del tiempo, es una gran responsabilidad avalada por el quehacer de expertos restauradores, conservadores, catalogadores, y todos los profesionales implicados en esa cadena de trabajo, pensada para que el conocimiento trascienda por generaciones. En este caso se trata de uno de los medios audiovisuales más queridos y admirados: el cine. Porque más allá de las historias narradas y filmadas, todo el conjunto que lo envuelve es arte que no se puede perder.

 

Palabras clave:

Archivos cinematográficos, Centro de Conservación y Restauración de Fondos Fílmicos Carlos Saura (CCR), Documentación audiovisual, Filmoteca Nacional.


 

El pasado día 21 de enero, tuvo lugar la visita al Centro de Conservación y Restauración de Fondos Fílmicos Carlos Saura (CCR), de Filmoteca Española, sita en la calle Juan de Orduña nº1, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), dentro del conjunto urbanístico llamado Ciudad de la Imagen. El día estaba muy lluvioso y como es normal, en un día así lo que más apetece es ver cine, en un lugar agradable y cómodo. Por eso, empezaré por el final.

Cuando la visita iba a concluir, nuestra cicerone nos llevó a la sala de proyecciones, un minicine, con unas confortables butacas desde donde pudimos ver en la gran pantalla los diferentes aspectos de la restauración y conservación que allí se realizan, notando la diferencia del antes y el después de pasar los negativos por manos expertas. También la cabina de proyección nos acogió, a lo Cinema Paradiso, para ver el lugar dónde los haces de luz hacen el milagro de reproducir las escenas, antes en tiras guardadas en cajas metálicas, y ahora todo pasado ya a digital.

Se evocó también al Cine Doré, que tiene su origen en 1912, aunque su emblemática fachada sea posterior y se hayan llevado a cabo diferentes reformas. Icono del paisaje urbano en uno de los barrios más populares de la capital,  que ha perdurado en el tiempo y sobrevivido a las cáscaras de pipas de los espectadores que disfrutaron con las historias del celuloide, que hoy se conservan en el CCR. Como el Doré fue una doble joya: arquitectónica y lugar de culto de cinéfilos, no podía perderse, por eso, el Ministerio de Cultura supo darle la merecida nueva oportunidad de ser, desde 1989, el lugar donde la Filmoteca Española con su pasado y su presente, lleva a cabo las exhibiciones de su buen hacer en favor del séptimo arte.

Pero volvamos al principio. Nos recibió la directora, Marián del Egido; después inició la visita, Ana Gallego del equipo de gestión de los fondos, con una explicación sobre plano, donde nos habló de la distribución del edificio, los departamentos y los depósitos, a los que accedimos de inmediato. Tres plantas bajo tierra y a muy baja temperatura, dentro de los parámetros establecidos. Pasillos, archivos, cajas y latas; todo bien clasificado, aplicando colores distintivos a los envoltorios redondos y metálicos antes, y de poliéster con puntos de ventilación ahora; todo para evitar el conocido síndrome del vinagre, que se produce cuando el rollo de la película está expuesto a calor o humedad, lo que provoca que se contraiga y deteriore liberando ácido acético. Todas las medidas y condiciones óptimas son necesarias para conservar tan preciado material: el patrimonio fílmico nacional.

Lo mismo se hace en el “Voltio”, un lugar apartado y reservado donde se ubica el archivo de nitratos, lo más delicado y valioso, documentalmente hablando, porque hay piezas únicas e irrepetibles. Es cierto que, en general, gran parte de la riqueza del cine mudo se ha perdido por diferentes motivos: desestimar el verdadero valor de lo filmado, apropiación indebida de las filmaciones y posterior conservación en condiciones no adecuadas, pero, sobre todo, por los incendios producidos ya que los materiales eran altamente combustibles. Incendios que se han reflejado en algunas películas de ficción como Cinema Paradiso, o el hecho que ocurrió en París en 1887 como refleja El bazar de la caridad. Y en la realidad las pérdidas de rollos, salas y vidas humanas fueron muchas, por ejemplo: en 1912 se produjo el incendio del Teatro-Circo del Ensanche en Bilbao, en 1935 en los estudios de doblaje Fono España, el mismo año ardió Cinematiraje Riera, en 1949 se quemaron los Estudios Ballesteros, en 1950 fue el gran incendio de Madrid Film, en 1959 el fuego se produjo en los Laboratorios Arroyo, en 1962 en Orphea Film, pioneros del cine sonoro. Esto únicamente por poner ejemplos.

Haciendo un breve guiño a los inicios de todo, la primera presentación del cine se hizo en París en 1895 por parte de los hermanos Lumière, mientras   que en España, la primera exhibición cinematográfica fue en 1896 en el famoso Circo Price de Madrid, un día de San Isidro. Desde entonces, todas las generaciones han ido cayendo rendidas al mejor espectáculo de imágenes con movimiento. Antes mudas y después sonoras. Antes en blanco y negro y luego coloreadas o a color total. Con temas de ficción y muestras de realidad. Por individuos desconocidos antes y actores después, delante de la cámara, y directores detrás de ellas acompañados por grandes equipos técnicos. Como espectadores en butacas a la oscuridad, en sesiones continuas antes, y por sesiones concretas ahora. Pero siempre con merecidos aplausos.

Los mismos que merecen el personal del CCR para evitar los desastres y las pérdidas. El Centro cuenta con los departamentos correspondientes para llevar a cabo diferentes procesos, que cada día se van adaptando a los avances tecnológicos y reglamentos normativos establecidos por las autoridades competentes en cultura y en este tipo de materiales.  Dispone, por tanto, del Departamento de documentación, el Departamento de Conservación, y el Departamento de fondos fílmicos; todos se han podido visitar gracias a la buena disposición de los trabajadores. Por las detalladas explicaciones, el interés por el desempeño de sus tareas y la transmisión de sus emociones por sentir la gran responsabilidad que supone su trabajo de expertos restauradores, conservadores y catalogadores, puede decirse que hemos tenido una visita de película, donde no ha faltado el NO-DO (en proceso de salvar una joya del noticiero español desde su nacimiento en 1942 hasta que dejó de ser una proyección obligatoria en los cines en 1975), en el centro que homenajea a uno de los grandes directores de la filmografía nacional española: Carlos Saura (1932-2023).

El centro fue inaugurado en 2014 con el nombre de Centro de Conservación y Restauración de Filmoteca Española (CCR), pero a la muerte del cineasta, el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) decidió cambiarlo por Centro de Conservación y Restauración de Fondos Fílmicos Carlos Saura.

Como cualquier texto adicional que se pudiera añadir en unas cuantas líneas más se quedaría corto de información, lo mejor es consultar la página web del CCR, y ver el vídeo explicativo, con la recomendación final, de que si vuelve a repetirse la visita, no os la perdáis porque merece la pena.

Pilar del Campo Puerta

Investigadora independiente